Me he puesto un bañador y una camiseta, las deportivas, y he bajado a la calle. Me he dado un paseo hasta la calle Alcalá, para confirmar unas cosas de la reserva del vuelo a las Islas Afortunadas. Pegaba el sol, pero no era muy desagradable, como otros días: era el sol del que piensas "seguro que me estoy poniendo moreno como le gusta a K,... debería quitarme las gafas de sol, que voy a parecer David Meca".
Han abierto una tienda de componentes electrónicos cerca de casa. Además venden guitarras eléctricas, amplis y cosas musicales, y aviones, barcos y coches a control remoto. Me he pasado un buen rato mirando el escaparate.
Me he cruzado con la vecina veinteañera, no sé si me habrá reconocido con las gafas de sol. Además he llamado con el móvil al teléfono de información de la nueva autopista hacia la playa, para preguntar el precio.
Sí, parece un sábado cualquiera, pero se disfruta de manera diferente.
Es lo que tiene ser el primer día de las vacaciones.
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