martes, 19 de septiembre de 2006

Oportunidades

Sí, llevo varios días sin escribir. Pero no solo aquí. Tampoco en los múltiples cuentos que tengo en proceso. Es como si el grifo se hubiera secado temporalmente. No me extraña, la verdad, teniendo en cuenta la cantidad de cosas que llenan mi cabeza y me aturden.

El otro día se murió mi abuelo. Era un tipo duro y fuerte como un roble, o al menos esa era la impresión que me dio desde pequeño. Se recorrió el país construyendo pantanos y haciendo trabajos chungos y arriesgados, llevando a su familia a cuestas. Cuando pienso en él lo recuerdo con su soldador eléctrico en casa, haciendo unas rejas para las ventanas, o llevándonos a la playa en coche, manejando el volante con esas fuertes manos, antes de que yo supiera dónde estaba el embrague de un coche. Pero últimamente había topado con una tarea demasiado heroica hasta para él, y el otro día nos dejó, así por las buenas.

En fin. Nunca hasta ahora se me había muerto alguien tan cercano, alguien que me cuidó durante incontables tardes de mi infancia. No sabes lo que sentir en esos momentos, al menos yo. No he llorado nada, simplemente me he quedado flipando, como diciendo "Pero qué coño...". Como también soy un descreído, no tengo un santo o una virgen frente a la que lamentarme o rezar. Así que durante varios días no he sabido encontrar mis sentimientos.

Creo que ayer cambió un poco la cosa. Acompañé a K a misa, y en el entorno tranquilo y relajado que allí se produce, me puse a pensar. Su recuerdo me vino de nuevo, pero ahora de un modo diferente. Frustración. Por todas las cosas que no pude hacer.

Tenía la ilusión de aprender bien a navegar algún día, y llevarle a dar un paseo. También me hubiera gustado tener un niño a tiempo de que él pudiera enseñarle cosas. Pero sobre todo, me hubiera gustado hablar con él de tantas cosas. Antes no podía, yo era un niño y no habría entendido nada; pero ahora que ya no lo soy, haberme sentado con él y preguntarle sobre su vida. ¿Cómo fue tu infancia? ¿Cómo conseguiste formar tu familia? ¿Cómo pasaste la época de la guerra, cómo conseguiste sacarlos a todos adelante durante aquellos años de dificultad? Quizás a él le habría encantado contarme su vida, a su nieto que ahora ya ha crecido, y yo podría haberla escrito, y haberla convertido en un tomazo lleno de sabiduría e historias increíbles.

Y no sé. Esas y muchas otras preguntas se me iban ocurriendo en el silencio de la iglesia del barrio, y la única respuesta es que ya no podré tener esas conversaciones con él, cachislamar. Me quedan, por supuesto, miles de recuerdos, y su imagen en cientos de fotos y videos, y todo lo que él me enseño forma ahora parte de lo que soy. Pero siento que he perdido una oportunidad única de aprender otras muchas cosas.

Y entre todos esos pensamientos, cobra fuerza uno. Ahora estoy seguro de querer tener un bebé, y a no tardar mucho.

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