martes, 5 de julio de 2005

Están entre nosotros

Y allí estaba, al este, brillando con ese suave tono rosado sobre el estadio olímpico.

Pocas horas antes yo había estado viendo "La Guerra de los Mundos", con Tom Cruz. Me dejó helado. A pesar de haberlo leído hace años, aún me impresiona la sensación de desamparo e inutilidad con que se te queda el cuerpo cuando te están dando bofetadas unos bichos metálicos de cincuenta metros de altura.

Una vez en casa, me acosté, aún tembloroso. No podía dormir, durante dos horas estuve dando respingos con cada autobús que pasaba bajo la ventana, o con cada ruido metálico que hacía la puerta de algún coche.

Aquello no podía continuar. Tenía que enfrentarme a mis demonios.

Las 04:00, marcaba el reloj de la mesilla. Era el momento. Sigilosamente me levanté, cerré la puerta y cuidadosamente fui pasito a pasito a buscar el telescopio. Cogí el trípode en brazos y delicadamente lo transporté a la cocina, haciendo equilibrios por el pasillo.

Y allí, a través de la ventana lateral, al este, estaba Marte.

Cerré la puerta de la cocina, monté el telescopio rápidamente y lo apunté al sitio indicado con el buscador "láser". Eché un vistazo a baja potencia: era una estrella más, brillante, pero nada más. Aumenté un poco más, y pude ver que no era una estrella, que tenía forma.

Un poco más, y allí estaba. Una diminuta bolita en medio de la oscuridad, casi al límite de mi visión. Parecía tener marcas oscuras sobre su superficie. Necesito un barlow decente, pensé, necesito ver más cerca, esto no es suficiente,...

... y entonces oí el ruido sibilante. En medio del silencio de la noche, dejé de prestar atención a Marte de inmediato. Paralizado por el terror, pude escuchar con total claridad aquella presencia que se arrastraba, aquel susurro que iba aumentando de volumen al otro lado de la puerta.

Lentamente me volví hacia la puerta de la cocina, a mi espalda, porque en ese momento fui consciente de que aquello, aquella cosa, me estaba buscando a mí. Contuve la respiración.

El ruido se detuvo, dudoso, durante un momento. Respiré. Pero entonces comenzó a moverse de nuevo en mi dirección, y supe que me había localizado, que sabía dónde estaba yo, y que no había nada que hacer, porque en ese momento se abrió la puerta de la cocina de par en par, y creí volverme loco, ¡pues pude ver con mis propios ojos..........!


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