martes, 28 de junio de 2005

Microgravedad

Y floté y floté.

En un silencio infinito. Mi cuerpo sin peso caía hacia atrás, hacia atrás, cayendo sin parar, arqueando mi espalda en una caida infinita en un delicioso pozo sin fondo.

Sentí que algo sólido tocaba mis pies. La sensación ingrávida comenzó a desaparecer, y poco a poco se formó en mi consciencia la idea de que, de alguna forma, lo que tocaban mis pies era el suelo.

Abrí los ojos lentamente. Un intenso color azul lo llenaba todo. A gran distancia, dos o tres pequeñas bolsas de colores llenas de helio pugnaban por alcanzar la estratosfera (en una lucha perdida de antemano, pensé yo).

Intenté mirar a mi alrededor. Bloques de sombra enmarcaban el fondo azul... y entonces se rompió el silencio.

"¿Pero quieres salir de la piscina de una vez, que te vas a quedar hecho una pasa?" dijo K.

No hay comentarios: