jueves, 29 de noviembre de 2007

El hombrecito rojo

Tengo la costumbre de pararme en los semáforos en rojo a la hora de cruzar la calle. Pero sólo si hay niños cerca.

Normalmente, ando con prisa para llegar a un sitio o a otro, por lo que si, al llegar al semáforo veo que no pasa ningún coche, cruzo el paso de cebra mirando para todos lados. (Una vez me atropelló un coche, cuando era pequeño, y no se me olvida.) Aunque esté el muñequito en rojo, cruzo y no me quedo esperando a que se ponga verde.

Esto lo hago, con una excepción.

Si a mi lado, esperando, llega una madre con un niño pequeño de la mano. En un 99% de los casos, las madres esperan pacientemente el muñeco verde. Muchas veces, se lo hacen notar a su niño o niña: "mira, ¿ves? cuando el muñequito se ponga verde y pite la musiquilla, entonces pasamos". Es una buena cosa enseñarles desde que son pequeños este truco de supervivencia.

Y ¿qué pasaría si en ese momento de aprendizaje, voy yo y cruzo tranquilamente? Pues que en la mente del niño, la idea va a ser: "mi mami me dice que debo esperar al verde, pero ese señor, que parece inteligente, apuesto y con éxito en la vida, cruza sin esperar. Seguramente mi mami estará equivocada y me enseña cosas absurdas: en cuanto pueda, cruzaré por donde quiera, y probaré el hachís y otras drogas más duras."

Así que me quedo quieto. Paciente. Aunque otras 40 personas crucen apelotonadas, yo no me muevo. ¿Quién soy yo para destruir la enseñanza de esa madre?

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miércoles, 28 de noviembre de 2007

Son de mar

Me he comprado un CD de ruido de olas. Sí, sin música ni nada: 74 minutos de ruido de olas rompiendo en la playa.

Pensé que no me iba a molar, hasta que he probado a ponerlo en el viaje en coche mañanero, en sustitución del Fede (también conocido como los dos minutos de odio).

Se siente uno bien. Sorprendentemente bien.

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lunes, 26 de noviembre de 2007

Invasion of the Body Snatchers

Hace años (ignoro si lo sigue haciendo), mi padre cultivaba kéfir.

El kéfir viene a ser una especie de yogur originario de las montañas del Cáucaso o no sé qué leches. Al final, igual que el yogur, son unos fermentos, es decir, unos bichillos-planta microscópicos que invaden la leche en la que están y crean en unos días un yogur amargo y grumoso, que debe ser la leche de bueno para la salud.

¿O quizás hay algo detrás que no podemos imaginar?

Viendo el extraño comportamiento de mi padre, comencé a creer en la teoría de que el kéfir era una especie de espora intergaláctica que estaba estableciéndose en la Tierra. Su método de reproducción, a juzgar por lo que yo veía, era muy parecido a "La Invasión de los Ladrones de Cuerpos": poseer mentalmente al organismo huésped, en este caso mi progenitor, y obligarle a gastar cantidades ingentes de su tiempo en procurar una buena reproducción del kéfir.

Por lo visto, el kéfir no se encuentra en las tiendas. Te lo tiene que pasar alguien que tenga. Es como una secta. Un día alguien se encuentra contigo en la calle, y te hace un gesto. Te da un bote de cristal lleno de un líquido blanquecino y grumoso. Tú lo llevas a casa y lo metes en la nevera. Ante las preguntas de tu familia, contestas con evasivas.

Al día siguiente, rellenas el bote con leche. Si alguien pregunta "¿qué haces con ese bote?", te pones un poco mosca y contestas que aún es demasiado pronto para comprender, que tengas paciencia.

Pasados varios días el contenido del bote se vuelve grumoso, y entonces el huésped lo prueba por primera vez. Resulta amargo pero tiene algo especial. Entonces te vuelves hacia tu hijo pequeño y le incitas. "¿Quieres? ¡Es kéfir!" le dices, con sonrisa maliciosa. Tu hijo huye, temeroso. No importa. Pronto él también comprenderá. Pronto todos comprenderán.

El último paso es filtrar cuidadosamente el kéfir con un colador de un bote a otro, y la masa alienígena de consistencia pastosa debe ser traspasada a otro humano. Algún familiar o amigo. Así, de modo exponencial, como las campañas de "márketing viral", el organismo va infiltrándose en nuestra sociedad.

El otro día lo vi en una botella en una estantería del Carrefour, aguardando nuevas víctimas que lo lleven a casa. Sentí un escalofrío. Lo achaqué a que estaba en la sección de refrigerados y no le di importancia.

Pero aún hoy recuerdo la extraña mirada de mi padre cuando probaba aquella sustancia que, a todas luces, no era de este mundo.

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domingo, 25 de noviembre de 2007

Escribid, malditos

Ya está a punto de terminarse el Nanowrimo de este año. No, no pude participar, y es una pena. ¡Animo a todos los que lo están intentando!

Pero eso no significa que pierda las ganas por escribir. Todo lo contrario.

Hace unos días "se me escapó" delante de alguien que soy aficionado a escribir pequeñas piezas, cuentos, y bloguear en este nuestro blog. Esa persona quedó impresionada, pero lo mejor es que me reveló que ella (es una chica) tiene desde hace años montones de ideas y argumentos en la cabeza, incluyendo una autobiografía detallada... en fin, montones de historias que no se atreve a poner por escrito. Terrible. Le da corte, piensa que no va a saber, total, que no se atreve.

He hecho todo lo posible por animarla a intentarlo. Creo que, teniendo una imaginación desbordante, sería una triste pérdida que todas esas historias no las leyera nunca nadie.

Además, me encanta leer lo que escribe otra gente así por afición. Gente que conoces quizás de ver ocasionalmente, que te dejan ver de sí mismas únicamente lo más básico. Hola qué tal, cómo estás, qué buen día hace, cómo llueve. Ahora, dejas a esas mismas personas que se expresen libremente, sin tapujos, soltando todas sus ideas,... y el resultado es que llegas a conocerlas como no te esperabas.

Así que todo el mundo a escribir. Yo de momento seguiré traspasando cosas del blog antiguo al nuevo.

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martes, 20 de noviembre de 2007

El garaje de Fermat

Supongamos una empresa llamada Disaster Technologies en la que trabajan muchos empleados. El edificio tiene plazas de garaje, pero, como en el Titanic, no hay suficientes para todos. Se hace necesario compartirlas entre los empleados que lleven coche, haciendo turnos.

Un grupo de 6 compañeros de trabajo, con diferentes personalidades, se ve en el dilema de tener que distribuirse las 3 plazas que la empresa les ha asignado. Tras algunas discusiones, se plantean posibles soluciones al dilema.

Es muy fácil distribuirse siendo 6, porque tocan a dos por plaza. Una semana tú, otra yo. Y así con las 3 plazas. Todos contentos. Pero de repente uno se jubila y quedan 5. ¿Cómo cambiar el sistema para usar el "slot" que ha quedado libre?

Técnica 1: El empleado de la quincena
Cada dos semanas, por rotación, uno de los 5 empleados será "el empleado de la quincena". Ese empleado tendrá derecho a aparcar en su plaza dos semanas seguidas. Los otros 4 tendrán que alternar de dos en dos, como hacían antes, una semana cada uno. A las dos semanas hay rotación, y el empleado de la quincena será el siguiente.

Si numeramos a los empleados del 1 al 5, y marcamos de color al "empleado de la quincena", podemos hacer algo como...





Plaza APlaza BPlaza C
Semana 1135
Semana 2245
Semana 3231
Semana 4541
Semana 5132
Semana 6542
Semana 7123
Semana 8543



Y así sucesivamente. No está mal. Pero hay otras opciones.

Técnica 2: El baile 3-2
Podemos hacer que los 5 empleados vayan ocupando sus plazas en períodos más largos, no sólo una semana, sino ¡tres!, con una secuencia como ésta. Imaginemos que eres el empleado 1: tu secuencia aparecerá coloreada.






Plaza APlaza BPlaza C
Semana 1154
Semana 2215
Semana 3321
Semana 4432
Semana 5543
Semana 6154
Semana 7215
Semana 8321


Y así sucesivamente. Vemos que puedes aparcar tres semanas seguidas, con dos de descanso. El problema puede ser el convencer, al inicio del proceso, a los señores 4 y 5 de que van a aparcar una y dos semanas solamente, en vez de las 3 de todos los demás. Pueden sentirse discriminados, aunque a la larga no lo estarán. También puede que lo de las dos semanas de espera no le mole a todo el mundo.

Técnica 3: La pajita más corta

Se coge un grupo de pajitas y se va sorteando quién aparca esta semana. Es equitativo y no hay que hacer procesos complicados. A la larga, en t igual a infinito, todos estarán contentos porque todos habrán aparcado aprox. el mismo número de semanas. Psicológicamente, tiene el inconveniente de que si, por azar, a uno le toca 4 semanas seguidas pringar aparcando en la calle, se puede cabrear un poco, y cuestionar la aleatoriedad de las pajitas.



Técnica 4: El Jinete Nocturno, que nunca volverá

También conocida como Marica el Ultimo o La Ley de la Jungla. Consiste en que aparcan los tres primeros que llegan. Esto puede originar entretenidas persecuciones por la autovía, derrapes cinematográficos por las calles de la localidad, en cuanto unos compañeros divisan por el retrovisor el coche de los otros. Entre gritos de "¡Nací con un volante en las manos y plomo en los pies!" entre coche y coche, las llegadas al trabajo cada mañana serían dignas de ver.

Hala, yo ya he dado soluciones. Ahora que elijan ellos (si leen esto) la que más les mole...

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viernes, 16 de noviembre de 2007

El insulto definitivo

"Esa es la persona menos... aportativa... a la vida de alguien... que puedes llegar a encontrar jamás".

(Mi compañera T: descarga tu ira, joven Jedi)

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El diseñador francés y la enfermera nazi

Este post iba a escribirlo en caliente, pero no era el momento y además su calidad literaria habría quedado bastante más perjudicada.

Todo comenzó cuando el coche de K se negó a arrancar una fría mañana. Todos los indicios, a juzgar por mi limitado conocimiento mecánico, apuntaban a la batería. Segun el implacable registro de mantenimientos que lleva K, la batería se cambió hace 3 años. ¿Podía ser? Probamos a arrancarlo con cables desde mi Crucero Naboo, y sí, arrancó. Señoría, no hay más preguntas. Se va a comprar una batería nueva.

Fuimos a un sitio de coches de San Fernando, pero la única batería que a esas horas de la noche (20:30) tenían para el coche de K, tenía una pinta muy cutre y lamentable. Optamos por ir a un centro comercial (el Parque Corredor) donde había un Norauto. Allí adquirimos una bonita batería nueva, y además aprovechamos la noche para comprar velas y ornamentos navideños, para recordar viejos tiempos y pasear por tiendas de decoración de diseño. Además, el buffet de cena de Flunch nos sedujo, y acabamos por cenar allí, al lado de un grupo de soldados de la BRIPAC que reían brutalmente mientras sorbían flan tras flan, en lo que parecía un sórdido concurso.

Llegamos a casa con la batería nueva y me dispuse a cambiarla. Al ir a retirar la vieja me di cuenta de que tenía (literalmente) montañas de sulfato en los bornes, ese puto polvo verde que lo jode todo. Había que quitarlo, raspar un poco, porque era imposible, imposible, jodidamente imposible, desenroscar el borne positivo.

(Flashback): Bruselas, 1989. François de la Folleuse, diseñador de coches, gana el primer premio de diseño superfashion "Union Européenne" por su fastuoso diseño de una llave para bornes positivos de batería de automóvil, especialmente apropiada para chicas amantes del buen diseño, de plástico y un bonito color rojo, en la que el sitio donde apoyas los dedos para hacer fuerza y desenroscar mide menos de 0,5 cm. Algunos miembros del jurado han votado en contra por considerar que, el día que haya que hacer fuerza de verdad para desenroscar, el marido de la dueña del coche se las va a ver PUTAS y se va a dejar los dedos, las uñas y el alma en hacer fuerza, y que sería mejor poner una buena tuerca de toda la vida para poder usar llave inglesa; pero finalmente el señor De la Folleuse se alza con el premio y se va de putas belgas para celebrarlo.

(de vuelta a 2007) Tras varios minutos de liarme a insultos y golpes con la llave del borne de la batería, me parece oir un silbido. "Dios", pienso, "esto deben ser los super-venenosos gases que hay dentro de la batería". Me aparto, alarmado, del coche. Entonces, me doy cuenta de que sigo oyendo el silbido. Es mi resuello, agitado, presa de los nervios. Optamos por irnos a dormir, pues son casi las doce de la noche, y llevarlo mañana al taller y que ellos se las apañen.

A la mañana siguiente, madrugamos y arrancamos el coche de nuevo con los cables, en medio de una nube de humo blanco que llena el garaje. Con los dos coches vamos al taller, en el pueblo donde K trabaja, y lo dejamos en la puerta del concesionario para meterlo dentro. "Oiga" pregunto al mecánico que vemos dentro, "¿podemos pasar el coche?". Hace un frío que pela. El mecánico mira su reloj y escupe un "aún no, a las 08:30". Son las 08:20. Esperamos a la puerta del taller pasando frío. Finalmente lo metemos al taller y rellenamos la solicitud en recepción.

Por supuesto, ocultamos tímidamente el hecho de que he fostiado la llave del borne con la llave inglesa, hasta dejarla irreconocible, en un arranque de ira la noche anterior: sólo decimos "cambio de batería, por favor" y nos vamos corriendo. K se tropieza a la salida y dice que se ha hecho un poco de daño en un tobillo.

Llego al trabajo a Madrid a las 10:30. K me notifica por teléfono que el tobillo se le ha hinchado y le duele. Le aconsejo que vaya al servicio médico de su oficina. Ella me notifica que tienen servicio médico pero que no hay enfermera desde hace 5 meses. Le aconsejo entonces que vaya al centro de salud del pueblo, pues puede ser un esguince, y que la lleve un compañero en el coche.

Según su relato, al llegar allí la vendan el pie, pues en efecto es un esguince. Una enfermera nazi aparece y le dice que "no tiene por que ir allí con eso", porque es un accidente laboral, oiga, por favor. Tiene que ir a su mutua laboral que está a 2 pueblos de distancia, a 15 km de allí.

O sea que si me perforo la médula espinal con un pincho mientras trabajo en una fundición, no tengo que llamar al SAMUR sino a mi mutua que está en, digamos, Navacerrada. Guai.

Finalmente K vuelve a casa con todos los trámites hechos y el pie vendado, y la noticia de que su coche ya está arreglado. No era la batería. Eran los calentadores. El manual del coche es tan cojonudo que no menciona ni el hecho de que exista un objeto llamado calentadores. Vienen a mi mente imágenes de Eva Nasarre.

En fin, un día para recordar.

Na, sólo quería desahogarme.

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lunes, 12 de noviembre de 2007

En ocasiones veo aviones

-Pues lo que te digo, además del frío que estoy pasando hoy, estoy más que agobiado por culpa de la tarea urgente que me ha tocado. Dice la usuaria portuguesa que este proceso lo necesita corriendo para hoy, pero no sé cómo está hecho, ni sé el formato en el que tienen que salir los datos, y por más que le pido a la base de datos que me dé dependencias, me dice que nasti de plasti. Y lo peor de todo, no te lo pierdas es...
-¡Mira, mira, un avión!

(Mi comprensiva compañera "A", hace un rato, yendo a tomar café)

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jueves, 8 de noviembre de 2007

Claudicando



Como decía el otro, "qué putas son las hemerotecas".

Click en la imagen para laaaargo artículo. (de www.lafacultad.net)

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lunes, 5 de noviembre de 2007

Ni tiempo ni ideas

Ahora que me acuerdo, estamos en las fechas del Nanowrimo 07, y a pesar de que le prometí al gallego que intentaría meterme, no he movido un puto dedo. Y eso que he estado hojeando los foros de los participantes, encontrando a viejos conocidos e incluso a gente inesperada que me trae recuerdos.

Pero nada. Ni aunque quisiera y tuviera tiempo, es que ahora mismo no puedo encontrar una sola idea en mi cabeza que valga la pena. Tengo un batiburrillo en la cabeza tal, que me resulta dificil siquiera acabar un post o un mail sin cansarme. Que sí, que en el Nano basta con improvisar, pero ni siquiera podría.

Y me da rabia. Suerte, chavales.

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sábado, 3 de noviembre de 2007

El futuro

Reconozco que me asustan un poco las próximas semanas, en el terreno laboral. La carga de trabajo va a ser fuerte, y como pasa siempre a fin de año, todo es crítico, todo es impepinable y debe estar hecho en fecha, y todo error puede tener consecuencias catastróficas. Quieras que no, eso te afecta.

Al menos estoy con gente agradable. ¿O quizás noto un poco de malestar entre los compañeros? Secretos, cuchicheos, confidencias,... eso no mola mucho. Aunque luego todo sean risas y cachondeo.

Bueno, me han dado el puente y no debería estar pensando en estas cosas.

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