martes, 30 de enero de 2007

Helena

Ayer me quedé pensando si aún sigo siendo un poco niño. Por lo de los videojuegos y todo eso.


Por la noche, en la tele estaba mi adorada Helena Resano. Me recuerda a la agente Scully, que podría decirse que fue quien me inició en esto de los blogs, por su elegancia sencilla, imagen de profesional seria y competente y a la vez espectacularmente bella.


Anoche Helena dijo, en el debate de la tele sobre las peleas en Alcorcón, algo del estilo "porque ¿no es cierto que entre los jóvenes, es decir, la gente entre quince y treinta y pocos años...?"


¿Cómo treinta y pocos? ¡Yo ya tengo treinta y pocos! ¿Quiere eso decir que ya no soy joven? ¿Que estoy en la frontera?


Quizás sea eso. Debo asumir que ya no me puedo llamar "joven". Quizás debo empezar a comportarme, hablar, moverme, como un señor adulto, serio, vamos, lo que se espera que haga un señor de treinta y tantos años. Cuando tenga un niño, más aún.

Quizás debiera suprimir los videojuegos de mi vida y dejar paso a la siguiente generación, y yo dedicarme exclusivamente a ver telediarios y discutir de política en el bar. Cosa que ya hago a veces y me divierte... joder... ¡es verdad!


Creo que cuando llegue la "crisis de los 40", a mí me va a pegar un hostión que me voy a pasar dos semanas en la cama.


Sigo muy cansado y con agujetas del trabajo del fin de semana. Sin duda ya no soy un niño.

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lunes, 29 de enero de 2007

¿Emociones? ¿Aventuras? Un Jedi no ansía esas cosas.

No siento las piernas. Como diría el otro. Ayer me lo pasé limpiando ventanas y repintando una pared. No veas lo cansado que es esto, que ya no tenemos una edad. Eso sí, la satisfacción que queda al final, cuando ves la diferencia sentado en el sofá, resoplando, es inigualable. Todo parece nuevo, recién llegado de la tienda.

El sábado le regalamos a mi primo el "Star Wars Lego" para la PS2. Yo alucinaba. Nunca he estado a la vanguardia en el mundo de los videojuegos, aunque me encantan, pero no estoy dispuesto a estar cada dos semanas yendo a la tienda a gastarme sesenta mortadelos o más en un juego nuevo o hacer cola de noche frente a la FNAC para pillarme la última consola. Es un entretenimiento caro, por eso me conformo con la PS1 que aún me sigue divirtiendo y las versiones antiguas (3 años atrás) de juegos como el Flight Simulator (tampoco estoy dispuesto a estrenar PC cada año).

Así que cuando me puse a los mandos del SWLego, pues disfruté como un enano. K, allí presente, me miraba incrédula, mientras yo saltaba y pegaba voces sobre el sofá, invocando al poder de la Fuerza a grandes voces. Creo que internamente se estaba reconsiderando si se había casado con la persona adecuada. Quizás pensaba que al llegar a casa yo iba a coger un cubo y una pala y me iba a bajar al parque de enfrente a hacer castillitos de arena...

... nada de eso. Por favor. Un respeto, una cosa es gustarte un juego y otra cosa ser un tipo adulto, responsable, maduro, hecho y derecho, que sabe diferenciar el momento apropiado para cada cosa.

Por eso, ayer, como digo, me lo pasé pintando y limpiando ventanas y parquet.

Tras lo cual, me enchufé a mi adorable PS1 con el "Star Wars Episode 1" y me dediqué a dar rienda suelta al Reverso Tenebroso masacrando gungans con mi espada. Mwahahahah!!! Muere, bastardo orejudo.

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miércoles, 24 de enero de 2007

The doomsday machine

Creo firmemente que las máquinas tragaperras fomentan el peor lado de la condición humana. Parecen haber sido diseñadas por malvados inventores sin escrúpulos que, tras haber estudiado durante años los puntos débiles de la mente de la gente, han decidido explotarlos para lucrarse indecentemente.

1) La incitación. La máquina tragaperras está ahí, en medio del bar. Parece que no hace nada, pero en los ratos tontos está programada para provocar. Despliega sus encantos en forma de hipnóticos destellos de colores, patrones de luces titilantes que forman siluetas en tonos dorados y rojos que sugieren dinero, oro, riqueza, diversión, vicio. Símbolos de dólar, euro, cifras con muchos ceros que desfilan ante nuestros ojos. Normal, al final uno acaba picando. Si es que no somos de piedra.

2) Anulación del pensamiento lógico. Todos nos las damos de que somos seres racionales que sólo actuamos por principios lógicos, y nos reímos de quien se ducha con la ropa puesta o intenta llamar por teléfono con el mando a distancia. Normal. En cambio, cuando un ser humano se topa con una máquina tragaperras el pensamiento lógico se anula. De repente, nos creemos semidioses y pensamos que podemos desafiar al azar de la naturaleza. Es más, somos conscientes de que las tragaperras no actúan por azar, como podría ser la lotería, sino por un algoritmo informático que da premios cuando el ordenador quiere, por muchos botoncitos que nos pongan para elegir la frutita que queremos mover. El ordenador nos dice: dame tu dinero y a lo mejor, si me da la gana, te doy unos euros, aunque lo más seguro es que te quedes sin blanca. Y somos tan gilipollas que le hacemos caso y le damos nuestra monedita.

3) Codicia. Siempre me ha fascinado lo que ocurre cuando estás en un bar y el fulano que está jugando gana el premio gordo. Suena la musiquita y una cascada de monedas cae sobre la bandeja. ¡Joder, qué suerte! Ahora puedes coger todo ese puñado de dinero, chaval, y llevártelo a casa. Igual son 100 euros, qué alegría. Y entonces va el muy gilipollas ¡y comienza a echarlo todo de nuevo a la máquina, moneda por moneda! Pero, subnormal, ¿acabas de ganar 100 euros y ya los vas a perder alegremente? ¿Que esperas, ganar otros 100 por cada moneda y llevarte 10.000? ¿No te das cuenta de que la máquina, simplemente, está programada para no dejarte? ¡Llévate la pasta a casa y disfrútala! ¡Has ganado! Pues nada, el tío con cara de lelo, soñando con forrarse, va y pierde todo el dinero que había ganado. Y encima luego se va con una sonrisa. Gilipollas.

4) Impaciencia. A mí me encanta leerme los manuales de instrucciones de los cacharros que compro, pero sé que hay gente que no. Conozco a un tío que montó un Home Cinema, un DVD, una TDT, un transmisor de radio para enviar TV de una habitación a otra, sin abrir siquiera el manual. Por supuesto, no funcionó, y hubo que pasar el resto del día leyendo manuales. Pero ´la gente es impaciente y no le va eso de leer instrucciones. Las máquinas tragaperras tienen un modo de control que parece una nave espacial. Lo de las tres frutitas pasó a la historia, ahora hay unos displays, dos o tres juegos de frutitas, flechas, columnas de números, varias filas de botones, bolitas que rebotan dentro de una caja, alucinante. ¿Manual de instrucciones? ¿Pa qué? Y la gente va y le confía su dinero a esa máquina. Yo no lo entiendo.

Vaya, que no me gustan las tragaperras. Me chinchan mucho.

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lunes, 22 de enero de 2007

Week Report

Queridísima tía Prudence:

Como hace tanto tiempo que supongo no tienes noticias mías, te escribo estas letras desde el jardín de la casa de campo de Brixton. Oh, qué mañana más maravillosa hace. Tendrías que verla. La niebla inunda el ambiente, y sólo los árboles más cercanos son visibles tras un espeso velo de frescura, mientras se intuye el sol naciente y los pájaros cantan, como inseguros, sin tener la certeza de que haya amanecido ya.

Ha sido una semana difícil. Hemos tenido muchísimo trabajo en las oficinas de la Tottington & Co., dado que hay una reforma legal en los próximos días y ha pillado a todo el mundo por sorpresa. He tenido que trabajar más horas de lo habitual... ¡oh, tía Prudence, tú no sabes lo frustrante que es toparte una y otra vez con dificultades insalvables, o salvables tras mucho trabajo, con el señor Tottington a tu espalda señalando el reloj y susurrando "... esto tiene que estar para hoy... que mañana los usuarios tienen que poder trabajar..."!

Y eso no ha sido lo peor. He tenido que realizar actos contrarios a mi moral. No, por Dios, no me interpretes mal, tía Prudence, no he regalado mi virtud a ningún hombre de mala voluntad, tú sabes que yo me reservo en cuerpo y alma para el gentil Lord Harringsey. A lo que me refiero es que en el trabajo he tenido que actuar de alguna manera que no me resulta grata. Como contar medias verdades, o directamente inventarme cosas para salir del paso. Sí, llámame mimada, dime que no he madurado desde que estaba en la clase de Sor Patricia en el internado de St. Augustine. Pero no me agrada tener que hacer cosas con las que me siento mal, mientras a la vez me piden que sea eficiente, buena trabajadora, honesta y educada.

En fin, supongo que tendré que acostumbrarme a esta encorsetada sociedad victoriana.

Por cierto, el otro día leyendo el "Times" me sorprendí a mí misma. Sabes que no soporto a esa pedante que escribe en la sección de Religión, Moral y Buenas Costumbres, la tal Christine Stuttinghamshire. Cada artículo suyo es como una bofetada en mi inteligencia, cada opinión suya choca frontalmente contra mis principios morales.

Y sin embargo...

El otro día en su columna dijo verdades como puños. Casi me dieron ganas de enviarle una carta a su despacho de Londres felicitándola. Venía a decir que esta sociedad va tan acelerada en su modo de vida, tan "todo lo quiero para ya", "debo aprovechar cada minuto", "no puedo desperdiciar mi tiempo, tengo mil cosas que hacer", que estamos perdiendo las pequeñas cosas, los pequeños detalles que realmente son los que importan. Concretamente el artículo se centraba en las relaciones de pareja, y cómo los psicólogos tienen cada vez más pacientes que llegan a su consulta quejándose de que para su pareja son un cacho de carne. (Perdóname, tía Prudence, por mi manera cruda de expresarme). Las caricias, los mimos, los susurros, todo eso ha desaparecido en favor del polvo rápido (oh, espero que no lea esto Lord Harringsey) y el pasar al siguiente punto del plan del día.

Yo, por mi parte, pienso hacer todo lo posible por no caer en ese defecto. La próxima vez que invite a Lord Harringsey a tomar el té, le tomaré de la mano suavemente y le haré sentir cosas que nunca ha sentido, sólo con mi voz y mi mirada.

En fin, se me acaba la tinta, tía Prudence. Me despido de tí afectuosamente hasta la próxima carta. Seguro que tengo mil cosas más que contarte. Ahora me voy a ver cómo está el macizo de petunias, con esta niebla y esta humedad seguro que está tan feliz como yo.

Muchos abrazos,
Amelia

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jueves, 18 de enero de 2007

Demasiado trabajo y poca diversión...

... hacen de Rogue un ceporro cagón.

Así es, amigos.

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viernes, 12 de enero de 2007

La Fuerza está contigo, joven Skywalker

















Al fin terminé de montar el TIE-Fighter de Darth Vader que me traje hecho trozos de casa de mis padres, en la última mudanza. Aquí se puede observar al lado de la foto de la luna de miel en Venecia. Por alguna razón, a K esta distribución le parece un poco imperfecta. Yo no sé por qué.

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jueves, 11 de enero de 2007

Por fin estadísticas

Bien, por fin lo he conseguido. El meter el webstats, digo. Si es que no hay nada como cacharrear entre todas las opciones.

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Hipotéticamente

Supongamos (hipotéticamente) que nos van a construir un centro de investigación de misiles nucleares frente a nuestra casa, donde van a hacer explosiones nucleares subterráneas, y que la comunidad de vecinos se reúne para organizar una lógica protesta. Yo, antes de ir a la reunión, repaso la lista de vecinos que también van a ir:

- con tres de los vecinos me llevo razonablemente bien y comparten mis ideas.
- uno de los vecinos no me mola porque se opuso a arreglar el portero automático.
- una pareja de vecinos no me mola porque por sus comentarios deduzco que son del PP (por ejemplo) y yo soy de ERC (por ejemplo).
- otra de las vecinas no me mola porque pone la tele muy alta y se oye a través de mi techo.
- otro de los vecinos no me mola porque aparca su coche al lado del mío y a veces me golpea en el parachoques al hacerlo.

Y en vista de esta lista, decido no ir a protestar contra la fábrica de misiles, porque algunos de mis compañeros no me caen bien. Ellos me piden que vaya porque, a fin de cuentas, todos estamos en contra de los misiles nucleares, pero yo con esa panda de idiotas paso de hablarme y prefiero quedarme en casa viendo Salsa Rosa con una birra.

¿Qué podría decirse de mí? ¿Que soy un gilipollas?
Pues eso.

Sí, me estoy refiriendo a esa manifestación contra ETA a la que nadie quiere ir porque, a ver, contra ETA están todos, pero mmmmm, jo, es que ir con ése... o con ésa... o con ésos... mejor me quedo en casa. Panda de gilipollas.

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martes, 9 de enero de 2007

Estado anímico - anémico

En estos momentos me hallo en uno de esos momentos. Qué bonita frase.
Quiero decir que me hallo en un momento de presión inhumana desde tres sitios diferentes, y mi tripa y mis bolis rotos alrededor lo atestiguan. Me hallo en el dilema de estar encantado de ayudar a todo el mundo, y poner mis bastos conocimientos a disposición de quien lo necesite, y por otro lado que todos se pongan a mi disposición y me traten bien y me resuelvan los problemas.

Además tengo sueño y estoy cansado. Al poco dormir súmale el dolor de pies debido a los 20 minutos que camino para ir al trabajo, 20 por la mañana y 20 por la tarde, envuelto en el frío del invierno y la contaminación de la M-30.

Vaya, que estoy quejica.

Quizás lo mejor sería dejarme contagiar por mi compañero la gripe, y pasarme una semana en la cama. Molaría.

¿Alguien sabe cómo insertar la estadística de Webstats en esta plantilla Blogger? Por más que lo intento no me sale.

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sábado, 6 de enero de 2007

Mi dilema

Esta tarde mantuve una conversación telefónica con una mujer (...). Me llamó porque quería escribir pero no lo estaba haciendo.

-Entonces ¿por qué no escribes ahora? -le pregunté (...)
-Tengo miedo de que me falte originalidad -me comentó la mujer-. Tengo miedo de que mis ideas estén manidas y y no me dé cuenta. Tengo miedo de realizar un trabajo ímprobo y que la gente después tan sólo comente: "eso ya lo han hecho otros".
-Párate ahí -le contesté-. No hay nada que no se haya hecho antes. No te preocupes por innovar. No existe nada "nuevo". Preocúpate por ser humana.

Julia Cameron, "The Right to Write"

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Inicio (prueba)

Inicio aquí un nuevo blog. El otro (rojodos.diaryland.com) me estaba provocando cierto rechazo, no sé por qué. Bueno, sí sé por qué. La tarea de postear una entrada nueva suponía tener que liarme a editar HTML para añadir cada linea de comentarios. Y cada N entradas había que cambiar de página. Vamos, una cosa muy cansina. A ver qué tal me va por aquí.

De momento el diseño es estándar. Ya lo iré cambiando...

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