domingo, 28 de mayo de 2006

There's no place like 127.0.0.1

Es cierto, no vengo por aquí desde hace tiempo.

Quien me conoce bien ya sabe como funciono. Quiero hacer muchas cosas, quiero hacerlo todo, probarlo todo, actúo por impulsos. Un día pienso que voy a aprender japonés, y me tiro un mes dándole caña; otro día retomo el rollo de la navegación, o la escritura creativa, o la decoración, o la música, o escribir un cómic, o lo que sea, y durante un tiempo ese asunto me domina, y el resto de cosas se quedan en un estante. Como diciendo ¡eh! ¡y nosotras qué!

Lamentablemente, eso significa que a veces este arte del blogueo lo dejo un poco de lado. Como digo, no es por falta de cosas en mi vida, sino quizás por todo lo contrario por lo que no me molesto en contarlas aquí.

Pero de vez en cuando alguien conocido me cuenta que ha abierto su propio blog, y digo, caramba, qué será del mío. Aquel sitio donde he dejado por escrito tantas cosas que me han pasado o he sentido. Y vuelvo y dejo unas líneas. Sobre todo para que no piense alguien que me he muerto.

Soy consciente de que el ser tan inconstante con esto me quita "audiencia", la gente se cansará de entrar y ver que durante un mes no hay nada nuevo. ¿Quién compraría un periódico que sale cuando al director le da la gana?

Pero como ya dije una vez, la "audiencia" me da igual (aquella vez que quité el contador de visitas). El feedback y los comentarios son agradables, pero la razón principal por la que este sitio existe y fue creado, es para dejar aquí las cosillas que se me ocurran, como cualquier diario.

A veces pienso que es una mierda que esto lo conozca la gente, porque hay cosas que me gustaría contar y no puedo... sentimientos que me gustaría explicar, situaciones que me ocurren, que me gustan o me fastidian, y sería completamente perjudicial dejarlas aquí. Pero bueno, c'est la vie.

Y ahora, voy a hacer la comida. Sin más preámbulos.

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