lunes, 30 de enero de 2006

Fitzbacq

El otro día mi cuñado el psicólogo nos trajo a casa un cacharro de biofeedback.

-Bueno, no es biofeedback en realidad -nos explicó-, pero la idea es la misma. Tú te enchufas estas gafas tipo "Mr. Spock" con este cable, y estos auriculares en las orejas, y te activas uno de los programas durante media hora. Puedes elegir entre programas para relajación, anti-ansiedad, visualización, ponerte alerta, activar la creatividad... lo que quieras.
-¿Y qué hace la cosa esta? ¿Y las gafas? -quise saber.
-Bueno -me contó-, las gafas emiten una serie de destellos a través de tus párpados, y los auriculares hacen una serie de sonidos, zumbidos, de baja frecuencia, que sirven para estimular tu cerebro y modular las ondas alfa, theta, etc, ya sabes, las que se generan dentro de tu cabeza durante el sueño y la relajación, de manera que llevan a tu cerebro al estado que tú desees. Oirás los sonidos y verás figuras geométricas... y tu mente irá reaccionando en consecuencia.

La explicación fue algo así. Inmediatamente quise probarlo. Ya había oido hablar de esos cacharritos hacía años, y me preguntaba cómo eran.

-Ponme uno de creatividad -le dije, mientras me echaba en la cama y me acomodaba.
-Vale, pero bebe antes un vaso de agua para que no te deshidrates -me aconsejó mientras preparaba el equipo-, ten en cuenta que la circulación sanguinea en tu cerebro se va a poner por las nubes.

Y me enchufé las cosas y cerré los ojos y me preparé para incrementar la creatividad de mi mente. Inmediatamente comencé a escuchar un zumbido persistente y cíclico, como una hélice bajo el agua, y a ver destellos luminosos a través de mis párpados y comenzar a aparecer frente a mí bandas horizontales y verticales, que se movían caóticamente en todas direcciones. Empecé a hundirme en las sensaciones, y entonces empecé a darle al coco.

Estos sonidos, pensé, deben estar estimulando mis ondas alfa como me ha dicho... y estas visiones estroboscópicas, joder, noto cómo me hacen cosquillas en el hipotálamo. ¿Esta sensación de no poder respirar bien será por la manta que me he echado, o porque las señales de control de mi médula espinal están siendo manipuladas por los sonidos del cacharro? Joder, joder, que ahora van más rápido. Noto como las vibraciones se meten dentro de mi córtex cerebral, uff, noto cómo mi consciencia va mutando hacia un nivel superior, joder qué agobio.

Dios, ¿y la gente que tienen en Guantánamo les harán esto durante días, como tortura psicológica? ¿Aquella película del tío que le lavaban el cerebro para convertirle en un asesino, "The Manchurian Candidate" o algo así? Y este ruido que no cesa, zum, zum, zum, joder, joder, ¿qué me está haciendo esto? ¿Qué le está haciendo a mis ondas cerebrales? Joder, quiero que esto acabe ya, ni creatividad ni leches, mi corteza cerebral está en medio de una tormenta eléctrica, por dios, que me lo quiten ya, cojones.

Finalmente el programa de 15 minutos terminó y salí de allí con una sensación rarísima y de tensión en todo el cuerpo.


-Eso es aprensión, nada más -me explicó el buen doctor-, si lo haces varias veces se te pasará y disfrutarás con ello.
-Otro día mejor, gracias -dije yo-, y ahora ¿por qué no lo pruebas con K? Venga, K, que te va a gustar, jeje.

He de reconocer que soy un cabrón, porque sé que K es más aprensiva para algunas cosas que yo. Así que me quedé a su lado, tomándola de la mano, durante toda la sesión, por si de repente comenzaba a pegar voces pidiendo auxilio. Pero, para mi sorpresa, nasti de plasti, mantuvo todo el rato una sonrisa beatífica y una tranquilidad pasmosa, mientras aquella cosa inyectaba imágenes oníricas en su cerebro.

Al terminar, simplemente se quitó las gafas y me dijo:
-Está bien. He visto colores. Rojo, violeta, azul, verde.
-¿Colores? -exploté-. ¿Qué colores ni qué leches? Tú lo que has visto son ondas, vibraciones, ondas alfa de los cojones que se infiltraban en tu mente...
-Pues no -me dijo-, ha sido muy agradable, como un sueño, ha sido como cuando yo hacía meditación. No pongas esa cara, yo he hecho meditación. Me lo enseñó a hacer una vez una monja chilena.


Las pelotas del marrano, pensé yo. Nunca llegas a conocer del todo a nadie... Por lo que a mí respecta, la próxima vez que vaya a ver a mi cuñado me tomaré dos tilas antes...

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