domingo, 15 de abril de 2007

Otro sueño más

Yo acababa de llegar en avión desde Argentina a Barajas, y mi equipaje consistía en un carrito de la compra del Carrefour lleno de comida y cosas. No me pregunten por qué. Para mi sorpresa, después de tan largo viaje, nadie estaba allí para esperarme o llevarme a casa. Todos habían pasado de mí. Mi decepción duró poco, porque tuve que ocuparme de luchar contra los pasajeros que querían robarme la comida del carrito.

Luego conseguí llegar a mi barrio, donde encontré a K, y salimos a dar una vuelta. El día era soleado y salimos a un parque que hay entre los bloques de pisos. Junto a nosotros, una familia, padre, madre y dos chiquillos. El padre le estaba diciendo a la madre que no tenía ni idea de conducir. Ella, para demostrárselo, se subió a un camión trailer que había allí aparcado, y se puso a hacer piruetas por las calles del parque, conducción agresiva con el trailer, a pesar de nuestras advertencias.

Y pasó lo que tenía que pasar, el camión se metió entre los árboles, se soltó el remolque, y éste fue rodando en la dirección exacta en la que estaban los dos niños. ¡Quitaos de ahí! les gritaba yo, sin poder moverme del sitio como es habitual en mis sueños. ¡Quitaos de ahí!, pero ellos me miraban sin entender, mientras el remolque se les echaba encima. Finalmente me hicieron caso y se agacharon mientras el remolque pasaba por encima de ellos y seguía su camino de destrucción. La madre bajó del camión, cogió a sus dos niños y se largó. Ni me dio las gracias. Pasó de mí, nuevamente.

Después de eso, decidimos ir a otro sitio del barrio, donde estaba la gente en las piscinas (parecía ser verano, aunque nosotros vestíamos de invierno). Mi madre estaba en una tumbona tomando el sol en plan nudista. Al verme, se puso el bañador y con una sonrisa me dijo: Tú no has visto nada. Un poco más allá, arriba, en el balcón de uno de los pisos, una maceta colgaba sin verse el hilo que la sostenía, por lo que parecía un ovni. Quizás por eso, abajo en una terraza, una familia de catalanes tomaba el aperitivo y contaba chistes, luciendo cubos de fregar en la cabeza, lo que dificultaba un poco oir lo que decían.

Creo que toda la escena ocurría en un sitio conocido, una urbanización al lado de un enorme lago con barcos de vela y campos de golf en las orillas, que me inventé hace unas semanas en otro sueño.

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