lunes, 12 de febrero de 2007

Week report

De: Comandante Vorisov, K-344 Lenok
A: V. Kurachenko, Almirante, Comando de las Fuerzas Submarinas del Atlántico, Moscú

Camarada,

Te saludo en nombre de la dotación del "Lenok". La misión que tenemos el honor de cumplir, encomendada por el pueblo de la Unión Soviética, está siendo realizada a la perfección.

Aunque esta semana se presenta bastante crítica. Hace un rato he informado al camarada primer oficial Igonkin de los puntos que tenemos que completar en los próximos días. Lo primero, la cita con el acorazado "Shmerlov" a 200 millas de Islandia. A la distancia actual parece un poco difícil llegar, aunque vamos a forzar el reactor nuclear para usar el 100% de su energía. Por el camino intentaremos ir solucionando las diferentes averías que tenemos, aunque manteniendo la cita con el "Shmerlov" como máxima prioridad.

Sin embargo, aunque los valerosos ingenieros soviéticos, de los que Lenin estaría orgulloso, hacen lo que pueden, nada pueden lograr frente a la enfermedad que se va extendiendo entre la dotación. Ayer el operador de sónar cayó enfermo presa de fuertes dolores en las articulaciones. Estas cosas van minando la moral y no sé cuánto aguantaremos. Yo ya empiezo a encontrarme algo mal.

Sí, sé que suena indigno para un oficial de la marina soviética el quejarse de dolores en todo el cuerpo, pero lo hago para que allá en Moscú sepan que estamos luchando, no sólo contra nuestros eternos enemigos, sino contra nosotros mismos, contra los virus que nos acechan sin poder hacer nada para evitarlo. A 300 metros de profundidad, en las gélidas aguas del Atlántico Norte, uno se siente desamparado a veces. Los hombres tienen miedo, y por la noche, cuando las lámparas rojas iluminan sus rostros mal afeitados, uno se pregunta si esto que hacemos realmente sirve para algo.

Y entonces, cierro los ojos, y recuerdo a mi esposa, Katerina, allá en su granja de Ucrania. Y pienso que tengo que completar esta misión, ya no por mí, sino por ella.

Pronto estaremos juntos, mi querida Katerina, paseando entre las flores con el pequeño Chmurzi dando alegres ladridos y correteando a nuestro alrededor. Eso pienso cuando me llaman al puente con el informe de una nueva avería, una nueva tubería que revienta, un nuevo sistema eléctrico que salta, un tubo de torpedo inutilizado, una nueva vía de agua. Esos recuerdos son, a veces, lo único que me impulsa a no perder la calma.

Así que asegúrate, camarada, de que los jefes en Moscú sepan que estamos dando todo lo que llevamos dentro. Que no les decepcionaremos.

Un saludo revolucionario
Comandante Ivan Vorisov

4 comentarios:

Inmarteee dijo...

Yo quiero un novio ruso, que hable ruso, beba vodka, suelte extrañas exclamaciones en los momentos críticos y lleve un abrigo igualito al de Boris en Goldeneye, con un gorro enorme con una estrella roja. Jo, seguro que mis amigos flipaban.

Inmarteee dijo...

Por cierto, ahora que lo pienso,¿por qué ese tío programaba en inglés si era ruso? ¿y por qué ponía susu propias contraseñas del ordenador también en inglés?
Y harías bien en aclararme qué enfermedad es esa de la que hablas. Un besazo.

Rojo dijo...

Que programa en inglés? nontiendo...

Y sobre lo otro, bueno, en los submarinos la gente se tosen unos a otros y se pegan de todo. Por ahi va la cosa...

Inmarteee dijo...

El malo de Goldeneye (el tal Boris, interpretado por Alan Cumming) era un informático ruso que curraba con el Goldeneye, que era un satélite espía de la KGB. Pues el tío era programador, y programaba en inglés. Además, las contraseñas que ponía en su propio ordenador eran palabras guarras en inglés, y, teóricamente, le tiraba los tejos en inglés a su compañera de trabajo, que por la pinta que tenía debía de ser del mismo Moscú. En fin, típico ruso comunista.