lunes, 19 de marzo de 2007

De la serie: "¿de cuántos meses estás?" "No, te equivocas, es que soy gordita"

Estábamos comiendo en un restaurante. La camarera, muy jovencita y sonriente, servía las mesas con gran velocidad y simpatía. Sin embargo, el jefe la llamaba cada 40 segundos para darle instrucciones o corregirla.

"Ondina, ven, ven aquí. A ver. Mira, los tenedores se ponen así. ¿Ves? Así. Alineados"
"Ondina. ¡Ondina! Ven aquí un momento. Mira, la mesa no se limpia así. Es así, mira, de lado, zis, zas, y luego de arriba abajo ¿vale?"
"Ondina, ven. Ven aquí. Levanta la vista. ¿Ves a aquella pareja? Te están pidiendo la cuenta. Si levantas la vista verás a la gente".
"Ondina, ven un momento. Ven. A ver ¿no has puesto servilletas en aquella mesa?"

... y así todo el rato. Ondina no perdía la sonrisa ni un momento y decía que sí a todo y seguía las instrucciones al pie de la letra.

Cuando llegó la hora del postre y vino a tomarnos nota (adivinó lo que iba a pedir K y todo), se me ocurrió felicitarla por lo bien que lo estaba haciendo.

-Es tu primer día ¿verdad? Lo estás haciendo muy bien, ánimo.

Ella me miró raro.
-No, no -dijo sin perder la sonrisa-, llevo ya tres años. Es mi jefe, que, bueno, le gusta ir dando instrucciones. A... a mis compañeras también se lo hace.

Quise que se me tragara la tierra. Para qué hablarás, cabrón. ¿Me escupiría en el tiramisú? me gustaría pensar que no.

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