martes, 3 de abril de 2007

Yo fui un San Pedro adolescente

Sí, amigos. El otro día acompañé a K a la iglesia, sin sospechar el suceso que estaba a punto de ocurrir. Se acercaba la Semana Santa (de hecho ya estamos de lleno en ella) y ya me estaba preparando psicológicamente para el aluvión de sensaciones, visuales, auditivas y de otros tipos, de las que soy testigo en estos días, y que no me son precisamente muy gratas.

Llegamos pronto a la iglesia y nos sentamos en un banco vacío. Casi no había nadie, menos las viejecillas rezando en grupo el rosario, algo que me parece un poco tétrico, pero es un país libre, por mucho que algunos digan. Yo pensaba en las musarañas, quizás en algún cuento por escribir, quizás en cómo coño controlar el helicóptero en el FS2002, no sé, haciendo tiempo a que se preparara el evento.

Y entonces salió el cura (de paisano) y se dio un paseo entre los bancos comentando algo en voz baja a la gente. Y entonces fijó su mirada en mí.

Caminó en nuestra dirección y yo miraba a todas partes, disimula, disimula, tío. Este te ha calado. De hecho, te ha calado desde el primer día que viniste. Te conoce. Te lee la mente. Cuando todo el mundo en la misa piensa en sus pecados, y tu piensas en las musarañas, este tio fija su mirada de Rayos-X en tu cerebro, y te escanea de arriba abajo. Te tengo localizado, chaval. Eres un puto fraude. Engañarás a otros, pero a mí no. Eso piensa.

Y ahora viene a por ti. Se va a sentar y te va a interrogar. Qué haces aquí, tú eres creyente de verdad, ¿a que sí? No nos estarás engañando, ¿verdad? ¿No serás un intruso que viene aquí a observar nuestros ritos y luego analizarlos en tu blog, eh? ¿Qué llevas en ese bolso? ¿Un PC portátil?

Y entonces el tio se sienta, me mira a mí (no a K) y me dice
-Hola, me estaba preguntando ¿te gustaría ser San Pedro?

Yo flipo durante unos segundos y él aclara
-Es que vamos a leer la Pasión, ya sabes -me muestra varios folios grapados: el guión-, y necesitamos a un chico joven. Alguien para San Pedro. Tendrías que leer poco, mira, estas seis frases marcadas con naranja. ¿Sí? Venga, anímate. Pero os tenéis que sentar en la primera fila. Tú lees cuando te demos el micrófono ¿vale?

¿Qué iba a hacer? K me miraba con admiración. Y, bueno, al fin y al cabo se trataba de declamar, de usar todo mi talento artístico. De dejarles a todos boquiabiertos. Y así fue: me puse en primera fila, la gente llenó la iglesia, comenzó el evento, y al cabo de un rato yo leí mis frases como San Pedro. La emoción que le di al "Mujer, yo no conozco a ese hombre" al negar por segunda vez, casi hizo aplaudir a la concurrencia.

Y bueno, me lo pasé bien. Hice algo nuevo, no pasé tanto corte como yo pensaba y (según K) he avanzado otro paso hacia la santidad.

Pero no olvidaré cómo me miraba de vez en cuando el cura, conmigo en la primera fila. De cerca. Te conozco, chaval. Sé cómo eres. Sé cómo piensas.

Rayos-X.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Genial. Absolutamente genial.
Teeeeatroooo la vida es purooo teeeatrooooo.

Anónimo dijo...

Acabo de revivir la experiencia de infancia como monaguillo y esa mirada.... esa mirada.... ese tío es Don Francisco, el cura párroco...