jueves, 22 de diciembre de 2005

Frenesí

Esta tarde me dan mi nuevo crucero Naboo y eso me tiene emocionado. En el trabajo todo es frenético y corre prisa, porque es diciembre, y hay que andar cambiando agendas cada dos por tres. En casa hay que coordinar cenas, comidas, regalos, lotería, etc.

Así que estoy tenso y medio mareado. Todo se agolpa en mi cabeza. Cierro los ojos para relajarme un poco y en seguida suena el teléfono con alguien dándome la brasa.

El teléfono. Qué gran invento. El otro día me llamó una teleoperadora para convencerme de que me apunte a un apartamento en multipropiedad; de momento ya he ganado una semana gratis by the face. Tan sólo tenía que acudir a una breve presentación y llamar a un número. Me pidió mi teléfono y mi nombre.

-Me llamo Martínez -fue lo primero que se me ocurrió.

Luego fui a buscar en internet ese número de teléfono, y efectivamente correspondía a una empresa de multipropiedad que acumula quejas y demandas, como debe ser. No llamé a su número, claro. Pero me pregunté: ¿se habrán tragado lo de Martínez?

A los dos días llamaron preguntando por el señor Martínez. Decidí rápidamente que si había creado al sr. Martínez con el propósito de que no me timen, lo menos que podía hacer es crearle una vida, una historia, una familia.

-No está en este momento -dije entonces-, creo que todavía no ha vuelto del club de golf.

Dijeron que llamarían otro día y colgaron. Estoy impaciente por recibir su próxima llamada. Creo que el sr. Martínez va a estar en el jacuzzi con la sra. Martínez, o de viaje en Nueva Guinea, o reunido con sus asesores de imagen o sus abogados.

Es que el sr. Martínez es un hombre muy ocupado...

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