miércoles, 30 de julio de 2008

Cerró los ojos y se concentró en sus sensaciones... (3)

El crítico cerró los ojos y se concentró en sus sensaciones. El suave vidrio se apoyó en sus labios y dejó pasar un pequeño sorbo de vino. Se dejo llevar por el delicado sabor del caldo: el chispeante sabor del alcohol dejaba entrever una cascada de diferentes y deliciosas esencias que, con su experiencia, supo identificar. Sonrió al recordar inmediatamente otros vinos similares que había probado en tantas otras situaciones: aquel restaurante en León, aquél otro en Lisboa, aquella noche en París con aquella colega de ¿cómo se llamaba el periódico? ¿Era del Corriere? No recordaba, pero sí recordaba la belleza de la periodista y, por supuesto, el delicioso gusto del vino de aquella velada. Se parecía a éste. Aunque éste era aún mejor, este tenía... ¿qué tenía? ¿se le habia escapado? Probó un sorbo algo más largo, se concentró en la masa de vino que cayó dentro de su boca. Cereza. ¿Cereza? Sí, era indiscutible, tenía una nota de cereza que encontró muy original, no la esperaba. Una sonrisa afloró a sus labios.

Dejó la copa con cuidado al lado del plato, y apuntó sus impresiones con breves palabras en su bloc. Se limpió cuidadosamente con su servilleta y atacó el pato asado con salsa de ciruelas y cebollitas, no sin antes echar un vistazo a su alrededor. El suave tintineo de los cubiertos de los comensales, las conversaciones a media voz, la penumbra del ambiente, los deliciosos olores que venían de su plato, le hacían sentirse en un lugar especial. Le encantaba su trabajo, pensó, mientras partía con el cuchillo la pechuguita de pato, cuya piel tostada dejó escapar un sonido crujiente. Se aseguró de empapar el trozo de tierna carne en la salsa, antes de saborearla cuidadosamente. De alguna forma, las cebollitas y las ciruelas hacían una combinación precisa e inesperada de sabores, que envolvían el suave sabor del pato.

El crítico supo, mientras masticaba con parsimonia el delicado bocado, que aquella combinación de sabores no sería del gusto de todo el mundo, que habría gente que encontraría la mezcla demasiado dulzona, demasiado artificial, y así lo apuntó en su bloc. El artículo que publicaría mañana para el dominical tenía que ser honesto, y contar a los lectores que, aunque el crítico estaba disfrutando horrores con el plato, habría mucha gente que quedaría decepcionada. Este restaurante, escribiría, te puede sorprender con nuevas y fascinantes sensaciones, pero sólo si eres ese tipo de comensal que se atreve con todo y no tiene miedo a probar nada. ¡Ojala todo el mundo fuera así!

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